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“Hoy nació la esperanza, fue como parir nuevamente a nuestros hijos”

21 Dic 16
Alberto Mena
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María Antonieta Lobos Olivares y Raquel Ugalde contaron en Confesiones lo que significa para ellas saber dónde dejarle una flor a sus hijos caídos en Malvinas. La historia de una incansable lucha por recuperar la identidad de los soldados, contada por sus protagonistas.

“Hijo, ¿dónde estás que no puedo encontrarte?”, el grito de Maria Antonieta Lobos Olivares rompió el silencio eterno del cementerio de Darwin, en las Isla Soledad, Malvinas. Había llegado con un ramo de pequeñas flores y un rosario, con la esperanza de encontrar consuelo en esa tierra donde su hijo, José Antonio Reyes Lobos, había dejado la vida el último día de la guerra de 1982.

“Pero no lo encontré, Josecito no estaba ahí”, contaría años más tarde entre lágrimas, estrujando un pañuelito blanco en la cocina de su casa la provincia de Buenos Aires. “Entonces, como tantas otras mamás, después de caminar durante mucho rato entre las cruces blancas, elegí una tumba cualquiera, una tumba sin nombre, para poder llorarlo”.

María Antonieta y Raquel Ugalde vivieron y viven el mismo dolor de la doble pérdida: sus hijos murieron en Malvinas y nunca fueron identificados. Ellas son solo dos de las ochenta madres y familiares (360 en total) de caídos en Malvinas que piden por la identificación de sus hijos.

Hoy, a casi 35 años de la guerra, finalmente su reclamo está cerca de concretarse. La Argentina y el Reino Unido firmaron en Londres el acuerdo que permitirá devolverle el nombre a los soldados enterrados en Darwin como NN.

En el cementerio de Darwin -rodeado de un pequeño cerco de madera blanca y un muro con los nombres grabados de los 649 héroes- hay 230 cruces blancas que guardan los restos de 237 caídos; 123 de ellas no tienen nombre: las placas de marmol rezan Soldado Argentino Solo Conocido por Dios.

Desde 2008 el veterano Julio Aro, de la Fundación No Me Olvides de Mar del Plata, junto a la periodista Gaby Cociffi, trabajan en esta causa acompañando a las madres de los héroes. Recorrieron el país visitando 112 familias de caídos. Era una causa humanitaria ¿quién podría openerse?, confiaron. Se equivocaron. Durante casi cuatro años peregrinaron por pasillos oficiales sin obtener una respuesta.

“¿Por qué hacés esto? ¿Tenés un muerto en Malvinas?”, le dijo un alto funcionario kirchnerista a la periodista. “Yo tengo 649 muertos, ¿usted no?”, respondió. Pero, más allá de la indignación, supo que ya no había puertas a dónde golpear. Fue así que, en víspera de la Navidad de 2011, le envió un mail pidiéndole apoyo al músico inglés Roger Waters, quien viajaba al país en marzo para dar nueve recitales en River. El líder de Pink Floyd se comprometió con la causa. Se la llevó a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Y ya nadie pudo hacerse el distraído. Le dio voz a estas madres sin voz.

Desde entonces empezó a escribirse esta historia, que María Antonieta y Raquel desnudaron el martes 20 en Confesiones: Hoy nació la esperanza, fue como parir nuevamente a nuestros hijos. No queríamos irnos de este mundo sin devolverles el nombre que perdieron el día que dieron su vida por la Patria. Queremos que sus tumbas digan ‘José Antonio Reyes Lobos’ y ‘Daniel Alberto Ugalde’. Solo así podremos cerrar este círculo doloroso y hacer este duelo que lleva casi 35 años”.

Nota realizada por la periodista Cristina Pérez en su`programa «Confesiones» por Radio Mitre y pubicado en su página cristinaperez.cienradios.com

Audio completo en: http://cristinaperez.cienradios.com/fue-como-parir-nuevamente-a-nuestros-hijos/

 

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